domingo, 27 de abril de 2014

Puerto López, el evangelista y la compra de carne

Nos subimos al micro pensando en ir a Los Frailes pero mientras nos guardaba los bolsos, el maletero (y vendedor de pasajes) deslizó a la pasada que era una playa privada. Cuando subimos, consultamos bien y resulta que es una playa ubicada dentro del Parque Nacional Machalilla, por lo tanto tiene horario de cierre (16:30) y no se puede parar ahí.
Así que "decidimos" ir a Puerto López, un cantón cercano, sin mucho encanto salvo una linda playa y, en otra época del año, avistamiento de ballenas.
El primer día, llegamos para ver como Granada daba el batacazo ante el Barcelona comiendo unos camarones en el mercado, y para aprovechar un poco la tarde de playa.
Esa noche, cuando fui a comprar una cerveza al quiosco de al lado, me encontré con un evangelista que intentó frenarme con la frase "No tomes alcohol. Deja que Jesús entre en ti" (¡que fuerte suena!, casi sexual y poco atractivo. ¿Ese será el argumento de ciertos curas nefastos?). Después de esquivarlo, le dije al vendedor que con este muchacho en la puerta iban a bajar sus ventas, pero no me entendió. Igual, simuló reir.
Mientras comíamos, conocimos una pareja de un marroquí y una malgache (de Madagascar), y a unos hermanos argentinos con los que arreglamos hacer un asado al día siguiente. Claro, que yo sólo daba el apoyo moral y la provisión de bebidas, como de costumbre.
Al otro día, en el desayuno pude agarrar un rato el empate entre Estudiantes y Atlanta. Pero El Sistema hizo su aparición y, cuando faltaban diez minutos, cortó la luz en todo Puerto López.
Ese día, conocimos Los Frailes, hermosa playa solo opacada por el problemita del horario de cierre.
Cuando volvimos, nos juntamos con los hermanos argentinos, y fuimos a hacer las compras para el asado.
Siendo domingo a la tarde/noche, en un pueblito (lo de cantón lo puse por hacerme el culto nomás), las posibilidades no eran muchas.
En el hostel nos dijeron que a la vuelta había una señora que tenía la mejor carne. Como ilusos, fuimos para ahí. Salió una señora mayor, no muy simpática que, sin mostrarnos la carne, nos dio el precio. El hermano argentino preguntó si estaba buena, a los que nos respondió, con cierta lógica: "Si la vendo es que es buena".
Le consultamos si la podíamos ver y nos trajo, de muy mala gana, un bodoque de carne congelada. Como nos miramos dubitativos, la señora nos preguntó: "¿Qué tiene de malo?". Y se la llevó.
Finalmente, decidimos arriesgarnos y le pedimos dos kilos, con cierta incertidumbre de cómo iba a cortar ese bodoque. La señora se fue para atrás y gritó un nombre de hombre. Del fondo, salió un señor excedido de peso, en cuero, y a golpes dividió los dos kilos pedidos.
La carne, claramente, no fue la mejor pero el asado estuvo bueno. Encima, sin que yo lo pida, El Que Ponía Música En El Hostel, nos musicalizó un buen rato con el gran Rodolfito.
Como dato, cuando fui con un cajón a comprar cervezas al quiosco de al lado, me lo crucé, nuevamente, al evangelista. Esta vez me miró, miró el cajón, y ni lo intentó.
Al día siguiente, salimos para Canoa.


"Bajo el sol que me apuñala vivo sin patria ni dueño, como el aire lo regalan y el alma nunca la empeño con las sobras de mis sueños me sobra para comer. ¿De qué voy a lamentarme?, bulle la sangre en mis venas, cada día al despertarme me gusta resucitar"
("Cuando me hablan del destino", de Joaquín Sabina)

2 comentarios:

  1. ¡Muy buenooooo! Me encantó el link a la RAE jaja, ¿Cuando decís "hermanos argentinos" hacés referencia a que son dos hermanos o porque, luego de viajar tres meses por América, comenzaste a llamar a las personas "hermanos"?

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    1. jajaja... no, eran hermanos reales. Pero suena lindo "hermanos argentinos" igual. Saludos.

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