jueves, 24 de abril de 2014

Montañita y la victoria de los cuyes

En el viaje a Montañita, nos pasó lo peor que puede pasar cuando ponen una película en el micro. Pusieron una que ya había visto ("60 segundos", tiene más años que Ecuador, así que, seguramente, la habíamos visto todos) y con volumen bajo (que no mejoró a pesar de mi pedido), con lo cual no la disfruté ni un poco pero tampoco la pude dejar de ver.
Llegamos a Montañita a la hora del atardecer y conseguimos, contra todo pronóstico, un hostel a buen precio.
Aprovechando el horario, nos fuimos a tomar mates a la playa con una especie de cañoncitos de dulce de leche, primeros indicios de la invasión argentina que impera sobre este pueblo.
A la noche, mientras cocinábamos unos fideos en el "comedor" del hostel, para ser más específicos, una mesa ubicada en un patio bastante descuidado, noté por el rabillo del ojo que una sombra pasaba rápidamente. Cuando miré, solo llegué a ver una cola larga.
Al rato, esa sombra se hizo presente con dos amigas más, una de las cuales se me quedó mirando, imagino que ambos (ella y yo) sintiendo que el otro estaba usurpando su lugar.
Los bautizamos cuyes para poder comer tranquilos (¿saben que los cuyes no tienen cola larga, no?), pero la batalla la ganaron ellos (bah ellas). Al otro día, cambiamos de hostel a uno un poco más caro ("Iguana"), y, como su nombre lo indica, rodeado de las mismas, pero mucho más cuidado y cómodo.
Ese día, aprovechamos para hacer playa, la primera (y única) en la que pasó un muchacho vendiendo churros rellenos (otro indicio de la invasión silenciosa).
Esa noche, fuimos a comer al centro, donde conseguimos empanadas (estilo argentino) e incluso, para convencernos de la alta presencia argentina, en el bar donde estábamos cantó uno de los barman de Hawaiian Love (ex Aloha), mítico bar de Villa Luro(r).
La noche debe ser uno de los puntos más fuertes y convocantes de Montañita. Si bien la playa está buena, sobre todo para los surfers, a la noche el pueblo se enciende. Está lleno de bares para todos los estilos (nosotros nos quedamos en uno que sonaban Los Redondos para no extrañar tanto) y puestos, en la calle y en la playa, vendiendo todo tipo de alcohol.
Del bar, nos fuimos a caminar por la calle principal y nos quedamos viendo una banda que mezcló en un mismo show "Redemption Song", himno de Marley, y "Pajaritos en el aire" (no es contra vos, autor de este tema, pero estás sonando mucho). Si Marley revive, los mea a todos los de la banda. Y lo tienen merecido.
Al otro día, salimos, supuestamente, a Los Frailes.

Los placeres te acortan la correa, y vos que te pensás un indomable.
¿Qué gracia tiene andar por esta sociedad jactándose de responsable?

("¿Dónde esconder tantas manos?", de Las Pastillas Del Abuelo)

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