miércoles, 2 de abril de 2014

Huacachina, el oasis de Perú

Lo de Huacachina es un poco inexplicable. El lugar queda a unos diez minutos desde Ica. Se pasa en un instante de estar en una ciudad bastante caótica (por acá el tránsito hace que casi toda ciudad sea así, sobre todo por las mototaxis y sus propias reglas) a un pequeño pueblito de dos por dos (literalmente hay dos cuadras para cada lado y con pocas chances de que se construya más) que rodea un oasis. El pueblo está encerrado entre enormes dunas, con lo que de repente estás aislado por completo. Hay solo tres calles y, por lo tanto, muy poco tránsito, aunque es cierto que gran parte de este son unos buggys bastante ruidosos y que tienen su hora pico a las cuatro de la tarde.
Huacachina parece estar creada y dedicada por completo al turismo. Solo se encuentran alojamientos (cada uno con su pileta), bares, restaurantes, agencias de turismo y algunos almacenes. Aparentemente, nadie vive ahí.
En los días que estuvimos (dos nomás) aprovechamos para relajarnos (el stress de viajar, viste) en la hermosa pileta de nuestro hotel (para los que dicen que sólo paramos en pocilgas). La única contra fueron unos Compañeros Amantes Del Dance que musicalizaron (bah pusieron esa sucesión de sonidos) nuestra tarde. Cuando al otro día intentaron hacer lo mismo, La Patrona, como en aquél atardecer en Uyuni, se las hizo cambiar.
El máximo esfuerzo (no fuimos a los buggys, ni a hacer sandboard) fue subir a una gran duna (no es tarea fácil, ¡eh!) para ver el atardecer en el desierto, uno de los mejores que vimos, a pesar de que el viento y la arena nos jugaron una mala pasada (creo que todavía tengo en mí arena de Huacachina).
Próximo destino: Paracas.

"People say I'm crazy doing what I'm doing
Well they give me all kinds of warnings to save me from ruin
When I say that I'm o.k. well they look at me kind of strange
'Surely you're not happy now you no longer play the game'"
("Watching The Wheels", de John Lennon)

No hay comentarios:

Publicar un comentario