jueves, 1 de mayo de 2014

Atacames, nuestro vuelo y la muerte de García Márquez

Por suerte, de Mompiche a Atacames se viaja en un solo micro directo.
Llegamos el Jueves Santo, así que la ciudad y la playa estaban repletas. Atacames es la parte de la costa a la que va la gente del norte de Ecuador y los colombianos del sur, y el feriado largo (nuestra idea era no estar en Semana Santa en la costa porque nos habían avisado) ayudó para que se llene. Además, la marea en este lugar sube y baja notoriamente, por lo que a la mañana hay una gran extensión de playa, y a la tarde el mar llega a la altura de las carpas, y toda la gente está amuchada. Sin embargo, es una linda playa.
Esa tarde, nos enteramos de la muerte del gran García Márquez. Una tristeza.
Hace unos años, cuando estuvimos en Colombia, fuimos a conocer su pueblo, Aracataca, y, gracias al guardia que se apiadó (los lunes está cerrada pero nos dejó pasar), su casa.
Cuando llegamos, un jipi de traje y sombrero de copa nos dijo: “Bienvenidos a Macondo”. Ese pueblo que tanto imaginamos, del que tanto leímos, se hacía realidad.
Para cualquiera que haya estudiado periodismo o haya intentado escribir un texto, en especial una crónica, Márquez es (o debería serlo) la guía por excelencia. Para cualquiera que guste de la literatura, Márquez es imprescindible.
A la noche, probamos los pinchos con salchicha, chorizo, carne y pollo, y lo más importante, sin arroz. Buena comida que, claramente, atenta contra la salud.
Al día siguiente, arrancamos temprano para aprovechar nuestro último destino de playa.
Esa mañana, la marea había bajado tanto que la mitad de la playa era una especie de barro. Nos alejamos del centro y encontramos un lugar más tranquilo (en el centro, durante todo el día, los bares pasan a gran volumen reggaetonto, bachata, cumbia, etc), así que estuvimos ahí un buen rato.
A la tarde, luego de muchas disquisiciones, decidimos hacer parapente. Acá, le llaman así aunque no es lo que nosotros conocemos con ese nombre, sino que te ponen un paracaídas atado a una lancha, y ésta te remonta, te lleva unos minutos a “volar” sobre el mar (hay un gran capítulo de Los Simpsons donde Homero lo hace con resultado no muy satisfactorio), y te baja en el agua. Gran experiencia.
Esa tarde, nos quedamos hasta última hora despidiéndonos de la playa. Después de tanto tiempo, se hace impensado vivir sin mar.
Al otro día, salimos para Quito.

“Good friends we have, good friends we have lost along the way. In this great future, you can't forget your past”
(“No Woman, No Cry”, de Bob Marley)

1 comentario:

  1. ¡Uf, qué alivio parapente de mentirita!. Cuando leí "parapente" se me detuvo el corazón. Jijiji

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