"La ciudad que más ha dado al mundo y la que menos tiene", una vieja señora potosina a Eduardo Galeano en "Las venas abiertas de América Latina".
Salir a caminar por Potosí es todo un reto. Entre las calles que suben y bajan, y la altura que juega su papel, la agitación es constante. Pero, sin dudas, vale la pena. La ciudad tiene un dejo a Cartagena (también es patrimonio de la humanidad), y si bien lo que te quieren vender es la excursión a las minas (finalmente no fuimos. "No hay ningún zoológico de gente. Cuidate hermano, yo no se cuando pero ese día viene llegando"), su belleza pasa por otro lado. En cada cuadra hay un edificio con detalles arquitectónicos increíbles, y todo con el cerro de fondo.
Las iglesias (debe ser una de las ciudades con más iglesias, ¿tendrá que ver con las riquezas que hubo?), o por lo menos los frentes, que es lo que pudimos ver, tienen cada uno su encanto (estamos haciendo más turismo católico que nunca).
Como al otro día salió el sol decidimos ir para El ojo del Inca (La Patrona preguntó por "El ojo del indio" y recibió un correctivo histórico/geográfico de parte de un local: "Indios en la India").
Así como la parte histórica de Potosí nos encantó, los alrededores no se quedan atrás.
El camino hacia El ojo... está rodeado de cerros de colores (creo que con 7 nos quedamos cortos), con la diferencia con nuestro Norte de que acá hay mucho verde.
El colectivo te deja sobre la ruta y de ahí hay que caminar unos diez minutos (hay que tener en cuenta que ya se está a unos cuatro mil metros de altura, y cualquier caminata se siente el doble).
Al llegar nos encontramos con algo mejor de lo que esperabamos. El ojo... es una laguna termal, y que a la vez es un mirador de la zona, con una vista espectacular.
Lo raro es que Potosí es una ciudad muy (pero muy) fría (algo así como la cancha de All Boys), así que ese día salimos con nuestro mayor abrigo y terminamos metiéndonos al agua (termal, es verdad) a la intemperie. A la vuelta, nuevamente en el frío, nos hicimos un "alto guiso" más barato que aquel famoso.
Al otro día fuimos a La Casa De La Moneda y a pesar de que está bueno ver el proceso y la evolución de la producción de las monedas (incluso se pueden ver las máquinas que usaron en las diferentes épocas), lo más interesante (y triste a la vez) es ver como los españoles invadieron social y culturalmente a los pueblos originarios (fa... que correcto políticamente soy).
Potosí significa "Estruendo" (hay versiones del significado exacto), y surge de que la primera vez que los Incas sacaron plata del cerro (no se tuvieron que ir hasta Jujuy porque se cayó el sistema) escucharon una explosión (es zona volcánica) y lo tomaron como un aviso de la tierra. De ahí en adelante el cerro fue considerado sagrado, sin ser explotado hasta, claro, la llegada de los españoles.
Y también a través de las pinturas. Hay una serie de cuadros increíbles pero casi todos relacionados con la iglesia (cuando no) que los españoles obligaban a hacer (en realidad a copiar de cuadros europeos) a los aborígenes pero que no les permitían firmar, y eran usados para evangelizar.
La última noche, tras una lucha descomunal por vencer el frío, pudimos salir y ver el cerro, las iglesias y los edificios históricos iluminados, lo que hizo que valga el esfuerzo.
Dicen que hay una etapa en la que el Hermano Menor copia al Hermano Mayor.
Hace muchos años, cuando era un niño, hicimos un viaje familiar a Camboriú en micro. Promediando el viaje, mi Hermano Mayor vomitó. Inmediatamente, fui a la ventanilla de al lado (en esa época el aire acondicionado en los micros era una utopía) e hice lo mismo.
Desde aquella época, en cada viaje largo, sobre todo si hay altura de por medio, el Dramamine es mi principal aliado.
Mañana partimos a Sucre. Bajaremos casi dos mil metros en unos 200 kilómetros.
En estos días en Potosí me mantuve limpio (Charly lo dijo: "El futuro es clean"), pero mañana deberé volver a caer.
"(...) Ya que vas a escribir, dijo, cuenta de mi pueblo. Pobreza y dolor sólo trajo el progreso, la cultura de la traición y los indios en los museos"
("Lo frágil de la locura", de La Renga)
Buenísiiiiimo, Fede. Todos los párrafos igual de buenos. Un librito que tengo (y que no compré por acá) dice que los vómitos son "un violento rechazo de ideas, temor a lo nuevo" y que el mareo que se produce al moverse es "miedo y temor a no estar al mando". Reemplazá el Dramamine por la repetición de la frase que propone el libro: "Siempre estoy al mando de mis pensamientos. Estoy a salvo. Me amo y me apruebo".
ResponderEliminar(Quisiera ver tu cara al leer esto jajaja)
Gracias Lu, pero no la veo la de la frase, por ahora prefiero las drogas. Besos.
Eliminar¡Muy buena crónica, Fede! ¡Qué viaje nos estamos mandando con tus relatos! Apuesto a que insistirás con el Dramamine. No te imagino repitiendo mantras.
ResponderEliminarJajajajajajajajajajajajajajajaja!!!
EliminarTiene razón mi madre, pero en breve vendrá lo que pasó cuando me quede sin mi dosis.
EliminarBien Fede, excelente relato! Lo del hermano mayor me emocionó.... Un abrazo grande! Es un orgullo tenerte de amigo, a vos y a tu hermano...
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado. Gracias amigo, abrazo.
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