Como en el memorable final de "El Naufrago", en el que Tom Hanks quedaba en un cruce y no sabía hacia donde ir (algo así pasaba, ¿no?), el universo (o el sistema) volvió a jugar conmigo, y me puso a la misma hora dos micros ("denserio"). Uno iba a Jujuy y el otro a La Quiaca. Con el primero podía resolver el problema pero me tenía que quedar a dormir en Jujuy. El otro me llevaba de nuevo a La Quiaca, pero el problema seguía intacto.
El tema es que seguía sin poder comunicarme con La Patrona.
Igualmente, me decidí por Jujuy. Era la última chance que tenía para resolverlo por mis medios.
Para no desentonar, arrancó mal. El micro era un desastre. Sin aire acondicionado, de los que entra en todos los pueblos e incluso sube a todo el que lo frena por la ruta (si pueden, eviten la empresa "Panamericano").
Así como alguna vez se hizo un estudio con la diferente noción del tiempo que tiene un hincha cuando su equipo va ganando que cuando va perdiendo, debería hacerse uno sobre la noción del tiempo para Los Mentirosos De Las Boleterías y el mundo real.
Casi tres horas después llegué a Jujuy y, claro, el banco estaba cerrado.
Pero en ese momento el sistema pareció apiadarse de mí e hizo que me pudiera comunicar con La Patrona ( que ya estaba un poco preocupada a esta altura), y al llegar al hostel donde me quedé en Jujuy, me puso a Messi vs Real Sociedad por la semifinal de la Copa del Rey, y una Salta Negra helada.
Al otro día, tras un gran amanecer en la Plaza Principal, fui al banco y se resolvió todo fácilmente, y encima conseguí pasaje para las 9:45.
Obviamente, ni pregunté cuanto tardaba. ¿Hicimos las paces con el sistema? Veremos.
"Y pensás que vivís mejor gracias a un reloj ¿Qué tiempo querés saber?
("Sin hilo", de Las Pelotas)
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