Tras el problema de la plata, nos quedamos dos días más en La Quiaca. El primero para descansar y el segundo para recorrerla, y hasta aprendimos a quererla ("desde la histórica altura"). Incluso, y esto es mucho decir para una ciudad considerada de paso, nos sentimos como en casa.
Pero en los últimos segundos nos devolvieron a la realidad.
Cuando llegamos al famoso cartel en la frontera que dice "Bienvenidos a La Quiaca. Ushuaia...", le pregunto a una chica: "¿No nos sacás una foto?.
Me miró desorientada y con su cabeza me dio como respuesta un "no" rotundo. Chau Quiaca.
El cruce de la frontera nos llevó sólo unos minutos.
Fuimos a cambiar plata y, acá los Anti K se pueden hacer una panzada, estamos entre 0,40 o 0,45 centavos por debajo del peso boliviano (1 peso argentino = 0,55 bolivianos). ¡Grande, Evo! (Ahí tienen signos).
Cuando llegamos a la estación de tren de Villazón, el verde de los techos de la misma contrastado con el azul y amarillo del tren me recordó que esa noche jugaba El Bohemio contra Chicago (finalmente fue derrota 2-1).
El tren está impecable, y el viaje es recomendable. En el camino se cruzan unos paisajes increíbles. La única contra es que a los choferes les gusta compartir su música (o algo así) con los pasajeros, así que escuchamos/vimos (porque ponen los videos) algunos reggaetones de los peorcitos (si es que existen mejorcitos) y clásicos de los años 70 (eso estimé) entre los que se incluyó a Palito Ortega (ojalá no sea nuestro único embajador musical).
Ya entrada la noche, llegamos a Atocha. Yo venía leyendo "Las venas abiertas de América Latina", de Eduardo Galeano (libro-guía muy recomendable para este tipo de viaje. En tu cara "Lonely Planet"), y un rato antes leí el siguiente fragmento: "Los mineros bolivianos mueren con los pulmones podridos para que el mundo pueda consumir estaño barato". Así que al llegar a la estación de Atocha, donde una enorme estatua de minero se luce orgullosa, uno no puede, al menos, no sentirse raro.
Encima, en el borde de la ciudad hay un cementerio del mismo tamaño o, posiblemente, más grande que la misma.
Seguimos viaje (perdón Joaquín, no me bajé en Atocha), y llegamos a Uyuni a la madrugada.
"Soy de la ciudad con todo lo que vez, con su ruido, con su gente, consume vejez. Y no puedo evitar el humo que entra hoy pero igual sigo creciendo, soy otro carbón. No voy a imagina la pena en las demás. Compro aire y si es puro pago mucho más. No voy a tolerar que ya no tengan fe, que se bajen los brazos, que no haya lucidez."
("Zafar", La Vela Puerca)
Y un día llegaron a Bolivia!! El salar de Uyuni, La ciudad de La Paz y muchos otros lugares que no conocemos...empáchense de Bolivia y nos cuentan todo a su vuelta! Abrazo grande chicos
ResponderEliminarTodavía seguimos por Bolivia. Es muy lindo. Muy buenas fotos las de ustedes. Abrazo.
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