En nuestro viaje a Coroico volvimos a ser víctima de Los Conductores Que Gustan Compartir Su Música. En esta oportunidad nos tocó un romanticón. Intenté escapar con mis auriculares pero el alto volumen al que gustaba compartir se metía igual en mis oídos (a pesar de intentar combatirlo con "Despedazado por mil partes", discazo de La Renga y otra buena guía para viajar por estos pagos). Igual, hay que destacar entre tanta paparruchadas que puso, la aparición de (todos de pie) José Luis Perales con su eterno hit"¿Y cómo es él?".
En Coroico nos alojamos en Jamachi, un hostel a cargo de Faba (un barra del Strongest), su mujer Jacki (no sé si se escribe así), su hijo Marcelo y la perra Lola, la vedette del hogar, que nos trataron de maravilla.
Cabe destacar que acá los barras son tipos que quieren al club, que pagan su cuota, incluso pagan su entrada a la cancha (¡que locura!), no son unos parásitos del club que dicen ser hinchas. Aunque por lo que cuentan de a poco se está transformando en lo que pasa allá. Parece que no sólo exportamos carne, soja, y los mejores jugadores, sino que también algunas boludeces.
El primer día aprovechamos para recorrer un poco el pueblo, y a la tarde tuvimos una gran charla con Faba que nos contó un poco de historia, de política, de las rivalidades internas de Bolivia, de como esta nueva etapa de autonomías acrecentó algunas de estas viejas rivalidades, y, como debe ser, de fútbol.
Al otro día subimos al Calvario (y un poco más allá), punto panorámico desde donde se puede ver todo Coroico y sus alrededores. Dicha subida tuvo su costo, y resultó en unas horas tirados en la puerta de un kiosco tomando una Coca semi fría (que para Bolivia ya es mucho decir).
Al día siguiente se jugaba El Clásico Más Importante Del Fútbol Argentino (Atlanta vs Chacarita, se entiende), y le pregunté a Faba si sabía de algún lugar donde tuvieran TyC Sport, ya que lo televisaban. Para mi sorpresa (y alegría), me dijo que él lo tenía por satelite, y que lo podíamos ver en su casa (arriba del hostel). Mi pago (propuesto por mi) eran un par de cervezas.
Esa noche nos invitó a todos (fuimos un francés y yo al final) a ver una película boliviana (“¿Quién mató a la llamita blanca?") que trata, en tono de comedia, sobre los temas de las rivalidades que habíamos hablado, atravesados por sucesos históricos reales (por ejemplo, una Miss Bolivia que dijo que ella era "de la otra Bolivia, donde hablan inglés y ven 'Friends'". Una divina).
El tercer día nos fuimos a conocer las cascadas. Son tres separadas por una caminata de 15 minutos entre cada una, y la más cercana está a una media hora en "movilidad" desde Coroico (este dato es importante, ya que a las 17, 16 de Bolivia se jugaba El Clásico).
Primero fuimos a la tercera, para ir volviendo desde ahí hacia el pueblo, pasando por todas. Llegamos al mediodía, así que aprovechamos y comimos ahí. Como está en una zona que no da el sol y el agua es helada no nos metimos.
Caminamos a la segunda bajo el sol de la hora de la siesta, así que llegamos con bastante calor. En esta cascada la comunidad armó una especie de pileta bastante profunda que, para los valientes como yo que preferimos tirarnos de una a ir metiéndonos de a poco, nos viene bárbaro. Después de una pequeña vacilación, me tiré (realmente es fría), y nos quedamos un rato.
Después fuimos a la última (la más cercana al pueblo) y cuando La Patrona decidió meterse, miro la hora y eran 15:30. Faltaba media hora para el partido y estabamos, por lo menos, a media hora.
Así que frené una minivan, que en Coroico funcionan como taxis, e hice subirse a La Patrona mientras terminaba de secarse.
Finalmente, llegamos a tiempo. Lo que no contabamos es que El Sistema iba a volver a jugar conmigo, ya que TyC Sports en Bolivia pasa los partidos de primera, en este caso Lanús vs Vélez (bue casi un partido del ascenso). Decepción total y odio feroz contra TyC.
Por suerte, Internet funcionó mejor que nunca, y pude ver el segundo tiempo donde El Pistolero Godoy y El Patrón Sardella le pusieron calor al frío de San Martín, así que esta vez los muchachos de Chaca no tuvieron que prender fuego patrulleros para calentarse (ni pegarle a dirigentes).
Mientras seguíamos de festejo entre Paceñas varias, se armó una segunda función de cine. Esta vez, vimos un dramón sobre un lugar donde los alcohólicos de Bolivia se encierran para exorcizar sus demonios durante días, en los que solo les dan baldes de alcohol, hasta que mueren ("Cementerio de elefantes"). Igual, nada podía parar la fiesta (al menos en mi).
Y, en una especie de cine continuado, como el San Pedro de mi niñez, volvieron a pasar para los que no la habían visto "¿Quién mató a la llamita blanca?".
Esa noche terminamos un francés, un chileno, un boliviano y yo, como representante argento, hablando de fútbol (un insolente criticó a Messi), de historia, de educación, y de política (de cada país), mientras saboreabamos Singani (rica bebida boliviana) con Sprite (si alguna de las marcas que menciono quiere publicitar en el blog, escucho ofertas). Esas cosas que se dan en los hostels.
El cuarto fue un día de puro descanso, que incluyó un hermoso atardecer con guitarreada y mate.
El último día, decidimos conocer el Río Vagante. Este río queda a unas dos horas y media caminando, gracias a unos atajos, sino es aún más. Lo bueno es que a la ida es todo bajada. Lo malo que a la vuelta, claramente, es subida.
Llegamos agotados pero la verdad el río es increíble, y no sé si porque es baja temporada o por el esfuerzo que implica pero tuvimos toda la tarde el río para nosotros solos. Encima conseguimos un lugar para sentarnos en una doble curva, o sea una "S", del río que lo hacia aún mejor.
Emprendimos el retorno con la esperanza de cruzarnos un coche que nos acerque a Coroico o al menos a Miraflores, que está a unos 20 minutos del pueblo. Pero fue imposible. Durante nuestras tres horas (como mínimo) de regreso, nos cruzamos un sólo coche y venía lleno.
Así que toda la vuelta también fue caminando, y la última hora en plena oscuridad. Para estos momentos compramos una linter-vincha, que la venimos usando para leer cuando el otro se duerme, y debido a este uso, había quedado en el hostel. Unos genios.
Cuando llegamos, casi a las 21, los dueños del hostel se habían preocupado por nuestra tardanza, y hasta nos habían salido a buscar (buena gente en serio).
Esa noche comimos todos juntos y probamos el mejor plato de Bolivia (o el que más nos gustó): "Pique Macho", que a pesar de su nombre, no tiene picante pero si es una mezcla poco sana.
Al otro día, nos levantamos y, al notar que no estabamos tan destruidos por el esfuerzo del día anterior, decidimos irnos a La Paz, paso obligado para llegar a Copacabana.
"¿Qué voy a hacer con tanto cielo para mí? Voy a volar yo soy un bicho de ciudad"
("Bicho de Ciudad", de Los Piojos)
Esperamos ver algunas fotos de este paraíso boliviano!! Groso el Bohemio que no para de ganar...tu hermano y tu viejo no van a querer que vuelvas más!
ResponderEliminarSeguimos viajando con ustedes!
Jaja.. insisto, éramos punteros cuando me fui. Abrazo y sigan disfrutando por allá.
Eliminar¡Cuánta aventura junta! Agradezco como mamá a esa buena gente que se preocupó por su tardanza. ¡Menos mal que me entero de todo en diferido, si no... ! Vimos las fotos. Están buenísimas.
ResponderEliminarEn realidad no había mucho de que preocuparse, nuestra tardanza se debió más que nada a nuestra velocidad tranquila. Saludos.
Eliminar