domingo, 9 de marzo de 2014

Copacabana y el gran Titicaca

Después del problemita por la falta de Dramamine, y como volvíamos a subir a la altura de La Paz, fui en busca de un sustituto. Y lo encontré. Acá, se llama Gravol, y funciona (o ese estilo de pastillas son mi placebo, nada de mantras jipis recomendados).
Si bien volvimos a cruzarnos con un Conductor Que Gusta Compartir Su Música, y este encima era de los que gusta del reggaeton-to, la peor variedad dentro de esta especie, al menos lo puso a un volumen bajo, y pude combatirlo con mis auriculares, e incluso dormir un rato (mi nuevo compañero, el dravol, debe haber tenido que ver en esto. Gracias industria farmacéutica).
El día de paso por La Paz aprovechamos para descansar.
Como en el "residencial" que habíamos parado antes no había lugar, fuimos a uno que quedaba a la vuelta. Cuando salimos a comer, le dije a La Patrona que me parecía que el lugar era usado como telo. Obvio que no me creyó (y hasta menospreció mi comentario). Pero a la noche cuando notamos una funda de plástico en el colchón y mientras nos dormíamos entre gemidos ajenos, tuvo que darme la razón. Encima, el colchón tenía un especie de hundimiento en el centro (esto es por buscar precio) que hizo que no fuera nuestra mejor noche. Y el caradura del conserje casi nos pide análisis de sangre para dejarnos dormir en esa pocilga.
Al día siguiente, nos fuimos a Copacabana. Algo notorio en los micros de Bolivia es que la tele es un mero objeto decorativo, nunca una película. Otro dato no menor es que al parecer las versiones de micros con baños todavía no llegaron.
Copacabana, a diferencia de la mayoría de los lugares que conocimos, nos encantó en la primera impresión. Ya desde que te bajás del micro y caminás por la calle principal se ve el lago Titicaca que, encima iluminado por el sol del mediodía como lo vimos nosotros, es espectacular.
Dato que todos repetimos, es el lago navegable más alto del mundo (todavía no ahondé que significa exactamente esto. ¿Hay otros lagos más altos pero que no son navegables? ¿Por qué?). "Un lago en el cielo", diría Cerati (fuerza Gustavito, que te esperamos).
Parece que veníamos de mala racha con el alojamiento porque caímos (tentados por el precio, es verdad) en un "hostel" (acá todavía está medio difuso el término) bastante feo. Lo que es seguro es que tenía la cocina más horrible y sucia que hemos visto. Tanto es así que preferimos cortar las verduras (incluyendo una cebolla morada fuertísima) en nuestra pieza e intentar estar en la cocina lo menos posible.
Encima después, mientras comíamos, tuvimos que soportar a un muchacho que se hacía el especial ("Hippie Pop", lo describió muy bien Mammon en su canción) diciendo: "Nosotros somos de Buenos Aires pero no somos porteños, somos del sur, somos diferente". Lo que el amigo Freud describió como "La envidia del pene".
Por suerte, esa tarde nos habíamos alejado un poco de la ciudad para ver el atardecer en un lugar más tranquilo y, de pasada, encontramos un hostel muy lindo, con parque y vista al lago, en el que arreglamos para ir al otro día. Hay que reconocer que la cocina de este nuevo tampoco era un lujo, y además cabía la posibilidad de que te sorprendiera un pollo (muy silencioso) al que tenían como mascota (y futura comida).
Igual, nos gustó tanto el hostel que el primer día ahí (segundo en Copacabana) nos la pasamos en su parque y en unas mesas que tiene afuera donde tomamos mates viendo el atardecer (sí, nos gusta verlo).
El tercer día, subimos al Calvario (en todos lados hay un Calvario por acá), donde además del Via Crucis y el turimos religioso correspondiente, también funciona el mirador (y dale con los miradores) desde donde se puede apreciar gran parte del Titicaca, La Isla Del Sol, unos cerros nevados lejanos, y dicen que se ve un atardecer increíble, pero nosotros como somos "re diferentes porque somos porteños" subimos al mediodía.
A la tarde, aprovechamos para recorrer el pueblo y entramos a la iglesia (y dale con el turismo religioso también) que tiene un formato diferente, al menos desde afuera. Es una especie de complejo religioso, con la iglesia, un museo, y algunas cosas más, pero el cansancio y el sol fuerte, hicieron que no investiguemos mucho.
Por último, para cambiar un poco la rutina, nos fuimos a la orilla del lago y, siesta mediante, nos hicimos unos mates para ver.... mmm ¿qué podrá ser?... sí, sí, el atardecer.
A la mañana siguiente, partimos a La Isla Del Sol.

"Soy feliz con muy poco. Un árbol y una mujer, un cielo grande , mil estrellas, ellas nunca me van a dejar caer"
("Donde Vamos", de Mancha de Rolando)

6 comentarios:

  1. RATASSSSSSSSSS. Inviertan un poco en alojamiento o se van a pegar alguna peste. ¡Menos mal que existen los bellos atardeceres!

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  2. En esta estoy con ustedes chicos! Pagar lo menos posible en alojamiento y comida para poder conocer lo más posible! Siempre y cuando, como dijo Nora, no se pesquen alguna peste!
    Abrazo desde Bali, Indonesia.

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  3. Jajajajajajaja... Gravol-Ommmmmmm Gravol-Ommmmmmmmm

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