A causa de este egocentrismo, llamémoslo por su nombre, nacieron religiones o doctrinas (¿no estaré siendo muy generoso?) como la Ley de atracción basadas en máximas del estilo "Si uno desea algo con todas sus fuerzas el universo conspira para que se vuelvan realidad". Sí, todos leímos a Coelho alguna vez (otra vez, generalizando...).
Claro que, de vez en cuando, el universo (egocéntrico también él) nos pone las cosas en perspectiva y, con un pequeño terremoto o algún comportamiento de la naturaleza, al que, egocéntricamente (perdón la reiteración), llamaremos "desastre", nos demuestra lo insignificante que somos.
Pero también, a veces, nos da la razón y eso genera un momento de plenitud. Esto se da cuando se juntan tres factores: historia, momento y lugar exacto, y pasa unas pocas veces en la vida (y hablar en plural es para afortunados).
Como conté en el texto anterior , la noche en que conocí a La Patrona hablamos un poco de música pero también bailamos. Uno de los temas fue "I saw her standing there" que, casualmente o no, describe, en forma casi exacta, lo que pasó esa noche (salvo que ella tenía 16), lo que hizo que se convirtiera en nuestra canción y The Beatles en una de las bandas de cabecera de la relación. Incluso, varios años después, lograron que la llamara desde el show de McCartney, al que inexplicablemente se negó a ir, para que escuchara "Something", a pesar de no estar de acuerdo con dicha práctica.
Por esto, entre otras cosas, para la luna de miel elegimos entre nuestros destinos a Liverpool. Queríamos estar, al menos unas horas, en la ciudad que los vio nacer.
Cuando llegamos, la mujer de migraciones nos preguntó:
- Why Liverpool?
A lo que, en un inglés magnífico, contesté:
- Because The Beatles.
No hacía falta más. Ella me entendió. Y sonrío.
Minutos después, ya aceptados en tierra inglesa, nos topamos con un cartel que rezaba: "Aeropuerto John Lennon. Above us only sky", un recibimiento acorde.
Más tarde visitamos el museo que recorre su historia y, tras un paseo por la calle dedicada a la banda, llegamos al mítico The Cavern.
Fue en ese momento, mientras un muchacho empezaba a tocar "Here Comes The Sun", en que el egocentrismo actuó haciendo que sintiera que cuatro pibes de Liverpool armaron la banda más grande de la historia sólo para que se convirtieran en la preferida de una pareja al otro lado del mundo; que esta pareja, muchos años después, se casara y eligiera como destino Liverpool, y que ahí, cuando llegaran a The Cavern y sonaran esos primeros acordes, ellos dos y nadie más, comprendieran que, en ese preciso (y precioso) instante, no había lugar en el mundo en el que pudieran estar mejor.
Cuando llegamos, la mujer de migraciones nos preguntó:
- Why Liverpool?
A lo que, en un inglés magnífico, contesté:
- Because The Beatles.
No hacía falta más. Ella me entendió. Y sonrío.
Minutos después, ya aceptados en tierra inglesa, nos topamos con un cartel que rezaba: "Aeropuerto John Lennon. Above us only sky", un recibimiento acorde.
Más tarde visitamos el museo que recorre su historia y, tras un paseo por la calle dedicada a la banda, llegamos al mítico The Cavern.
Fue en ese momento, mientras un muchacho empezaba a tocar "Here Comes The Sun", en que el egocentrismo actuó haciendo que sintiera que cuatro pibes de Liverpool armaron la banda más grande de la historia sólo para que se convirtieran en la preferida de una pareja al otro lado del mundo; que esta pareja, muchos años después, se casara y eligiera como destino Liverpool, y que ahí, cuando llegaran a The Cavern y sonaran esos primeros acordes, ellos dos y nadie más, comprendieran que, en ese preciso (y precioso) instante, no había lugar en el mundo en el que pudieran estar mejor.
"There's nowhere you can be that isn't where You're meant to be" ("All you need is love", de The Beatles)
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